sábado, 31 de mayo de 2014

CÓMO ABRIR UNA MENTE (Parte 2. Decálogo en el tintero)

Para continuar con nuestra pasada charla, y queriendo ser hoy breve (incluso creo que demasiado), quisiera compartir un somero decálogo que reúne puntos de suma relevancia sobre cómo ayudar a un nuevo miembro del mundo a expandir su pensamiento.  Las fuentes son libros, charlas, conferencias, experiencias de casa y de colegio, entre otras.



Abrir una mente implica: 

  1. Hablar desde el principio de manera clara
  2. Permitir que surja la pregunta
  3. Comprender el porqué de la actitud
  4. Mostrar afán por ayudar a responder las cuestiones nuevas
  5. Preguntar el porqué de las respuestas
  6. Permitir la creación de otros contextos
  7. Enlazar lo cotidiano con el discurso didáctico
  8. Promover más de un lenguaje para expresarse
  9. Demostrar respeto e interés por aprender
  10. Contar con altas dosis de paciencia.


Sé que no se trata de temas simples y escuetos, sino que son asuntos que merecen una gran atención. Por eso, quiero dedicar a cada uno de ellos una entrada, que permita abordarlos con más detalle. Tus comentarios, aportes y preguntas con seguridad me ayudarán a crear algo mucho mejor, así que mi cuaderno está listo para tomar nota.



Gracias por venir a visitarme.

jueves, 29 de mayo de 2014

CÓMO ABRIR UNA MENTE (Parte 1. Ires y venires)

Nota aclaratoria: ando en modo errante. Voy a expresar mis ideas tal y como salen. Si hace falta alguna aclaración, me cuentas por favor al final. Si hay que escribir más, ¡pues se escribe! Para eso estamos, ¿no?

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Discursos, ha habido y habrá muchos, tantos o más que estudiosos al respecto. Hay muchas teorías, muchas más hipótesis, en torno al tema, las cuales parten de varios modelos neurológicos y pedagógicos (como prioridad). En suma, este asunto no es nuevo, sino ampliamente estudiado y discutido, y con toda seguridad, así seguirá por los siglos de los siglos que nos queden. Amén.



Sin embargo, haciendo a un lado todos los estudios (sin afán de demérito), quiero realizar en esta entrada un ejercicio monológico en el cual busco una manera simple de explicar de qué manera creo que puede abrirse una mente. Abrirse a un mundo que tiene infinitas caras, y que, por ende, es a su vez infinitos mundos. A todos los lenguajes que buscan traducir estos mundos. A lo que cada traducción implica.



Metáforas, también las hay a manos llenas. Las hay refinadas y poco elaboradas, más aun cuando se pretende ilustrar cómo se aprende. Es bien famosa la frase "el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender". Muy bien, comparto absolutamente la intención de ésta y otras alegorías a la estimulación de los procesos de pensamiento. No obstante, quiero mencionar algo que he estado pensando desde aquel día con un cuaderno y un café: hemos estado enfocados en el qué... ¿Y qué hay del cómo?



Me permitiré usar un ejemplo no muy retórico: tienes hambre, y buscas en la cocina; sólo hay latas de conservas. Necesitas abrir una lata para extraer su contenido. Ahora, ¿cómo hacerlo? Había pensado en hacer un diagrama de flujo, pero mejor seguiré la línea de pensamiento usando líneas.

¿Qué es lo primero que haces? Con seguridad, verás si la lata tiene un sistema abre-fácil; en este caso, simplemente tomas el anillo y halas para abrir la lata. ¿Qué pasa si no tiene? Debes revisar primero si cuentas con la herramienta indicada para abrirla, es decir, un abrelatas.



Ahora, ¿qué ocurre cuando no hay abrelatas? Hay varias opciones, entre las que se destacan:
  • Abrir la lata usando un cuchillo, u otra herramienta filosa
  • Salir a la calle y comprar el abrelatas
  • Resignarse al hambre


¿Cuál es tu preferencia? Pues aunque no creas, esa respuesta puede indicarte cuál es el rumbo de las decisiones que tomas cuando se trata de ayudar a un estudiante a abrir su mente para el entendimiento del mundo. ¡Piénsalo y verás!

En la próxima entrada, que será muy breve, te mostraré una especie de puntos muy concisos sobre cómo aportar a la apertura del potencial intelectual. Y me gustaría que me ayudaras también a construirlos.

Gracias por venir a visitarme.

martes, 27 de mayo de 2014

CUANDO HAY UNA RAZÓN

Aunque ya no es lo más común, en el aula se solía vivir un ambiente de conceptos y procedimientos, en el cual había un cuaderno que constituía la fiel copia del tablero, el que era a su vez la reproducción a mano del libro de texto. Además, sólo se escuchaba la voz del profesor, recitando casi las mismas palabras ante la "mirada" de su audiencia. Este tipo de clase, según mi modo de ver, facilitó en nuestros predecesores el desarrollo de la memoria, pero no aportó mucho al desarrollo del pensamiento crítico, puesto que no dio espacio al desarrollo de preguntas acerca de lo que se estaba aprendiendo; por si fuera poco, en la gran mayoría de los casos, contribuyó al aburrimiento de la niñez y la juventud del entonces.



Ahora, dada la gran influencia de la tecnología en la adquisición de la información, los recursos de clase han incrementado en cantidad y, en algunos casos, en calidad. Los datos se encuentran al instante, y pueden ser modificados en muy poco tiempo, cuando se tiene conocimiento de la herramienta, y en lo cual los nuevos estudiantes son expertos. Se pueden crear clases mucho más vistosas e interactivas, en las cuales el docente se relaciona con la herramienta, en lugar de sentirse apabullado por ella:



Con todo, tener los medios para aprender no es suficiente, cuando no se tiene una razón para usarlos. En el poco tiempo que llevo aprendiendo con mis estudiantes, me he dado cuenta de que hay un ingrediente de mucho poder, y que a partir del cual todo lo demás tiene un sentido: la pregunta. Es ella la que hace que al interior del estudiante, una luz se encienda, una llama queme, y surja un porqué. Una cuestión inesperada, puede desencadenar algo grande... Y es nuestra labor ayudar a que ese "algo" grande, vaya por el camino que es:



La pregunta puede ser muy sencilla, cotidiana, con su origen en la observación del diario vivir. También puede ser una lectura diferente de un suceso que para la mayoría es indiscutible. Otro tipo es la pregunta que parece absurda, pero que bien mirada, encierra una lógica absorbente. En fin, hay infinitas posibilidades, tantas como personas haya en el Universo, e incluso más.

¿Qué preguntas has planteado a tus estudiantes? ¿Te han hecho alguna pregunta sorprendente, algo en lo que no habías pensado? ¡Comenta, cuenta tu experiencia!

Gracias por venir a visitarme.


lunes, 26 de mayo de 2014

EL RETO DEL DÍA

Toda clase empieza con una bocanada de aire fresco. Aire fresco y mirada desafiante al pomo de la puerta. Detrás de ella, espera uno de los más emocionantes y más exigentes retos en la historia de la Humanidad: hacer que un grupo de estudiantes sienta el deseo de saber más.



Es que la tarea educativa no es tan simple, parca e insípida como se ha pensado. Antes se creía que educar era solamente pararse frente a una audiencia, público o jurado (así se veía el aula), a recitar un conjunto de fórmulas, enunciados, citas, ciudades, y otras tantas. O sea, según las definiciones prácticas del entonces, la enseñanza consistía en monologar con espectadores. Ahora, se ha entendido que la educación depende tanto de la persona que llega a motivar y acompañar el proceso de aprendizaje, como de quien está siendo acompañado y recibe todas estas ideas como novedades. Es decir, la verdadera educación se construye en un equipo, de manera colaborativa y multidireccional, y no sólo emitiendo mensajes y calificaciones parciales.



Algo que he percibido y quiero compartir (es sólo mi punto de vista), es que hay cuatro elementos indispensables para el aprendizaje, los cuales están relacionados con otro montón de contextos y situaciones, de las que podríamos crear una discusión interesante:


  1. Capacidad para transmitir y asimilar el nuevo conocimiento
  2. Diversos medios para facilitar la comprensión y la creación de nuevas posibilidades
  3. Lenguaje adecuado, que permita expresar las ideas con claridad
  4. Actitud receptiva


Sí, ya sé que muchos van a decir que esto no es cosa nueva; pues entonces mejor aún, porque básicamente estoy contando lo que estoy viendo, y así las cosas, sirvo de evidencia para los estudiosos del tema. Estoy haciendo un resumen extremadamente somero de lo que muchos han querido decir.

Con todo esto, tomemos la lista y empecemos a revisar cuál es el punto álgido para muchos docentes, estudiantes y padres de familia que siguen de cerca la formación de sus hijos. La mayoría estará de acuerdo en que la actitud receptiva es el Talón de Aquiles, dado que la empatía con el docente (sea que lo conozcan o no), los antecedentes y situaciones familiares, la metodología de la clase, entre otros, afectan el sostenimiento de una actitud propicia y enriquecedora. Por eso, los tres puntos anteriores sirven como soportes, y deben considerarse mandatorios en el desarrollo interactivo de la clase.

¿Que si es un asunto agotador? ¡Claro que sí! Especialmente si no se tiene el hábito. Pero, si realmente amamos lo que hacemos, para eso estamos, ¿no?

Este tema se presta para escribir mucho. Hay ideas que deben ser profundizadas y compartidas con muchísimas más personas, para darles los matices que hagan falta, y que permitan hallar nuevas formas de hacer mejor las cosas. ¿Quieres ayudarme en esta causa? ¡Comenta! Tus opiniones y comentarios son bienvenidos.

Gracias por venir a visitarme.

domingo, 25 de mayo de 2014

LOS TEMORES DEL CHICO NUEVO

Primer día. Espalda temblorosa y pies endebles. La cabeza, llena de preguntas y comentarios como éstos: "¿Estará bien mi uniforme? ¿Traje todo lo que hacía falta? ¿Cómo serán mis compañeros? ¿Y mis compañeras? ¡Qué nervios! ¿Y si hago algo mal? ¡Ay, no!". En fin, cosas como éstas. Probablemente, estás imaginando este escenario de incertidumbre con un niño o una joven como protagonista, mejor dicho, estás pensando en un estudiante. Pues no. Te cuento que de quien hablo, es del profesor nuevo.

¡Y con toda razón! Al ser la nueva persona que estará a cargo de ayudar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje, se encuentra en la mira de los profesores antiguos, el cuerpo directivo, los estudiantes y, en particular, los padres de familia. En promedio, se trata de 45 pares de ojos por salón de clase (contando estudiantes y padres de familia), más otros 20 pares del cuerpo docente y directivo. En suma, la presión que siente este nuevo personaje es bastante alta, por lo cual las expectativas personales se disparan de manera impresionante, y el temor a fracasar hace que este cartelito sea inconcebible:



Así, no es extraño encontrar a este individuo por los pasillos, caminando rápidamente, cargado de documentos y tazas de café (en ocasiones, no es que les guste el café, sino que lo adoptan a su pesar para rendir en su trabajo), con ojeras a partir del miércoles, y con los marcadores y borrador de tablero en sus bolsillos a todas horas. Da toda la impresión de ser un estudiante de primer semestre:



¿Por qué cuento estas cosas? Porque tuve la fortuna de pasar por esta primera experiencia, y sé que al inicio, la preocupación por hacer un trabajo excelente hace que se canalicen los esfuerzos de manera equivocada. Es decir, la profesión del educador, siendo hermosa y muy gratificante, es bastante exigente, incluso más de lo que muchos imaginan; la conciencia de esta situación hace que los profesores nuevos se suman en la desesperación y la angustia, cuando lo único que hay que hacer es lo siguiente:

  1. Dejarse guiar por los buenos consejos de los profesores experimentados. Ellos conocen el día a día del colegio, y la dinámica estudiantil.
  2. Preparar el contenido de la clase y las actividades a seguir. El compromiso con el aprendizaje exige calidad en el quehacer y respeto a quien aprende contigo.
  3. Conectarse con el grupo de estudiantes. Son personas en proceso de conocimiento; es necesario conocerlas en el proceso, para ayudarlas a dar lo mejor de sí mismas.
  4. Consultar y leer sobre mejores formas de hacer las cosas. Además de libros y conferencias, hay muchos cursos online que apoyan el proceso. Plataformas como CourseraedX o MiriadaX cuentan con excelentes cursos de cualificación, que ofrecen técnicas muy interesantes.
  5. Organizar el tiempo y respetar dicha organización. Cada cosa en su lugar y en su momento, con la importancia que merece.
  6. Sentir un verdadero amor por la enseñanza y el aprendizaje. Esto es lo que hace que realmente hagas lo que haces, de la mejor manera posible.
Muchos dirán que es muy sencillo escribirlo en una lista. Y sí, es cierto. Hacer estas cosas no es tan simple como parece, sino que requiere de una gran disciplina y compromiso; yo apenas estoy en el ejercicio, y no ha sido ni cinco de simple. Así que no esperes resultados en una semana, o dos. Incluso, tampoco en un mes. Los resultados se notan con el tiempo, entonces hay que cultivar la virtud de la paciencia.

¿Ya pasaste por la experiencia de ser "el profe nuevo", o estás en ella? ¿Algún profe nuevo en el que hayas visto algo especial? ¡Comparte!

Gracias por venir a visitarme.